Artículos

 

18-10-2004

Azkena Rock Festival 2004, Parque De Mendizabala (Vitoria-Gastei



Por fin en Sonic Wave un resumen de uno de los festivales más importantes de Europa de rock: el Azkena de Vitoria, celebrado el pasado septiembre. Con ustedes, la primera parte del artículo, dedicado a los dos primeros días de festival.

El pasado mes de septiembre alcanzamos la tercera edición, segunda en la explanada de Mendizabala, del evento rockero de Vitoria que tras la desafortunada desaparición del Serie Z, ha terminado convirtiéndose en el principal más importante en cuanto a rock clásico del panorama español. El cartel, atractivo para cualquier aficionado a la música en general y al rock clásico en particular, deparó grandes conciertos casi históricos (Screamin' Cheetah Wheelies), alguna que otra decepción (Ryan Adams) y el retorno de viejas glorias que convencieron más o menos según de quién se tratase (premio para la cara dura de Flamin' Groovies). Esperemos que el nivel no baje y el año que viene podamos disfrutar de otro fin de semana de ensueño: enhorabuena a la organización, con un único pero: más cuidado con los retornos desde la tumba, para que el festival no termine pareciendo un remake de "La noche de los muertos vivientes". (Héctor García)

Jueves, 9 de septiembre 2004

El desastre planeó muy cerquita del Festival Azkena Rock la noche del jueves. Lluvia e inundaciones pusieron en jaque a la organización del festival, provocando retrasos, eternas colas, desinformación e incertidumbre. Con un cambio de recinto (pasando el concierto a una carpa) y un ajuste horario, el festival siguió adelante y cuando al fin aparecieron Urge Overkill sobre el escenario, todo lo pasado careció de importancia. Para aquellos que hemos pasado miles de horas escuchando “Saturation” y “Exit the Dragon” ese fue un momento muy emotivo. Frente a nosotros se encontraba una de las bandas más entrañables y con más clase de los últimos años. Sin embargo, la primera mitad del show fue algo irregular. El repertorio, formado por oscuros temas de su discografía, no terminó de cuajar del todo, pero todo cambió cuando los temas de “Saturation” salieron de las guitarras de Nash Kato y Eddie King Roeser. Este último fue quien tomó las riendas de la actuación, mientras que Nash se mantenía en un plano más discreto. Melodía y potencia, glamour y actitud, una señora banda acompañada a la batería por Bonnie Quest de Cherry Valence que hizo una excelente labor. Por cierto que los Valence ya tienen grabado su nuevo disco y están en busca de sello discográfico.

Mientras arreglaban un problemilla con el equipo, Kato se arrancó por bulerías con “Girl, you’ll be a woman soon“ de Neil Diamond que siendo sinceros, les salió como el culo. Traspiés que superaron sin más problemas con las excelentes “Erica Kane” o “Sister Havana” que marcaron a fuego una sonrisa de felicidad a los asistentes y que aflora cada vez que las recordamos. Al día siguiente teníamos otra cita con ellos, en lo que sería su mejor concierto en Vitoria. Ahora solo nos queda ver si este regreso a los escenarios se ve acompañado de un nuevo trabajo en estudio de UO.

Five Horse Johnson ofrecieron otro robusto concierto con su booggie-rock sureño, con tintes de hard rock y blues. Quizá la mayor virtud de esta banda en directo sea también en ocasiones su talón de Aquiles. Siempre ofrecen conciertos potentes y seguros, su fiabilidad es del 100% pero vistos más de una vez su capacidad de sorpresa se sitúa bajo mínimos. Una apisonadora que solo bajó la intensidad con algunos de los temas de su último cd, menos afortunado que sus anteriores obras.

Y al fin, las estrellas de la noche: The New York Dolls. Precursores y pioneros del punk y el glam, paradigma de banda peligrosa y kamikaze y en definitiva uno de los grupos más influyentes que ha pisado el globo, ofrecieron uno de los mejores conciertos del ARF. Una exhibición de cómo se toca y cómo es una verdadera banda de Rock’n’Roll.

A veces es bueno no esperar demasiado y es que Davin Johansen y Sylvian Sylvian (los únicos componentes originales vivos) nos volaron la cabeza. Un poema dedicado a el recientemente fallecido Arthur Kane abrió el recital y durante más de dos horas fueron cayendo todos los clásicos de la banda (es decir, casi todos los temas que grabaron), más alguna versión como “Piece of my heart” que popularizó la malograda Janis Joplin. El desmadre fue in crescendo entre el público y el espíritu vicioso y sucio de las Muñecas presidió todo el set. Poco importa que Johansen leyera las letras de un atril, su voz está en plena forma (¿tendría algo que ver las extrañas gotitas que bebía?) y su look, junto al del de Sylvian, sigue siendo igual de impactante que siempre. Con los tres mil asintentes coreando con el puño en alto “Personality Crisis” acabó la descarga de los Dolls. Así, tal como este, deberían ser todos los retornos de las bandas legendarias. (M.A. Velaza)

Viernes, 10 de septiembre de 2004

La parejita feliz, Stacey Earle y Mark Stuart , debería haber actuado unas horas antes en los malogrados conciertos americana en la sala Azkena (finalmente ninguno de los tres conciertos programados al mediodía se celebró), pero la negativa de The Soundtrack Of Our Lives a tocar, por segundo año consecutivo (con el consiguiente y justificado enfado de la organización, que afirmó que nunca más volverían a confiar en los escandinavos), terminó llevando a la hermanísima y al cuñado a abrir el festival. Como siempre, “magia” es el mejor término para denominar al pase de la pareja, incluso en un ámbito tan extraño para su música como es uno de los escenarios donde actuarían horas después MC3. Mark Stuart es, sin duda, un gran guitarrista y la química entre ambos, como en sus frecuentes giras españolas, sigue siendo insuperable. Su secreto es también lo mismo que les impediría triunfar o gozar de un mayor status en su estilo: una pareja que se respeta y se quiere, sin extravagancias y cercana al público, a pesar de lo maravilloso que realmente resulta, no es, por desgracia, tan interesante como una decadente rock-star: injusticias de la vida, me temo. ¿Llegará el día que digamos que Steve Earle es el hermano de Stacey y no al revés, como hasta ahora?

Inmediatamente después, “13 Violets”, la canción que da título al último álbum de Mother Superior abría fuego en el concierto de los hollywoodienses, sin lugar a dudas uno de los mejores del festival. Ejerciendo de power-trio soulero, demostraron que tocaban fuera de hora (de haber tocado por la noche el concierto podría haber una fiesta aún mayor) y que sin lugar a duda, es una de las bandas a seguir en el panorama hard rock de hoy en día; lástima que, al igual que otros grupos del viernes también sufriesen problemas de sonido. La madre superiora funciona como los grandes tríos de los setenta, sin temor al gigantismo, con un cierto espacio para los desarrollos instrumentales, dando lugar a una apisonadora de rock clasicote que en directo alcanza su punto álgido; más tarde demostrarían su afabilidad paseándose entre el público durante todo el festival (¿quién no se los encontró alguna vez?). Los que ya han oído las grabaciones de su nuevo álbum aseguran que es lo mejor que han hecho nunca: un hurra por ellos.

Desgraciadamente, el pase de Josh Rouse Band no terminó de cuajar, debido en gran parte a los problemas de sonido que perjudicaron toda la actuación, también en parte por ser un gran desconocido para la mayoría de los asistentes al festival. A pesar de contar esta vez con una banda completa, Rouse no consiguió igualar el sonido del magnífico 1972; eso sí, cuando en algunos momentos acertó, dio de lleno en el clavo: me refiero a las interpretaciones de, por ejemplo, “Rise” o “Flight Attendant”, dos de los mejores momentos de su último álbum, uno de los imprescindibles del pasado año: veamos qué es capaz de otorgarnos en un futuro el prometedor Josh, y si conseguirá algún día un directo que emocione de igual forma que sus maravillosos trabajos en estudio.

Seguramente uno de los conciertos más esperados era el de Urge Overkill, que ya habían actuado en Vitoria el día anterior. Sin haber estado en el del jueves, que se asegura que fue inferior al del segundo día, las opiniones son dispares: decepción para algunos, de lo mejor del festival para otros. Para mí, un concierto superior a la media que sin embargo sufrió algún bajón. El público respondió bien con las canciones de sus dos mejores álbumes, Saturation y Exit The Dragon, pero el resto fue recibido fríamente, incluida su famosa versión de “Girl, You’ll Be a Woman Soon” que esta vez no terminó de arrancar; igualmente, muchos, que creíamos a Nash Kato el líder de la banda, nos sorprendimos al ver el gran protagonismo que el guitarrista Eddie “King” Roeser, que llegó a cantar varias canciones. A pesar de ello, quien había escuchado durante todo el tiempo que la banda ha estado en el limbo sus grabaciones, seguramente sintió como algo se removía en su interior cuando la banda atacaba “Erica Kane” o “Tequila Sundae”.

No es plato de buen gusto para el que suscribe comentar la actuación de Mark Lanegan en este ARF. Es obvio que nadie puede tener siempre una buena noche y en esta la cuarta vez que veía a Mark sobre un escenario, el sopor y el tedio se apoderaron de buena parte de los presentes. Lanegan se hizo acompañar en esta ocasión por una reestructurada banda en la que destacaba la presencia de una vocalista, que aparte de su belleza física no aportó gran cosa al set. ¿Qué demonios es eso de doblar la voz de Mark? El resto de la banda dio una pobre impresión a lado de otras formaciones que han acompañado al cantante, sobre todo junto a aquella de la que Ben Shepard formó parte. El sonido tampoco ayudó, los temas se tenían que adivinar entre la maraña sónica que sobrevolaba Vitoria, y las atmósferas y texturas de los temas apenas se percibían. Mark con su clásico inmovilismo no pudo compensar el desaguisado y el resultado fue un concierto que aburrió incluso a los más fanáticos.

Para resarcirnos de la decepción del concierto de Lanegan, los neoyorquinos Fun Lovin’ Criminals nos obsequiaron con un fantástico concierto, con su saber hacer y estar encima de un escenario, con Huey como espectacular frontman y cojonudísimo guitarra, contando anécdotas, y Fast siendo la base sonora de todo este tinglado, al bajo, teclados, trompeta y bases programadas y el bestial nuevo batería Frank, que parecía que iba a destrozar los tambores de un momento a otro. El repertorio se centró en sus dos maravillosos discos, desde la inicial “Bombin’ the L”, pasando por ese brutal medley “Loco/King of New York”, uno de los momentos del festival, sin duda, pasando por algunos temas de su último LP como “Beautiful” o “Friday Night”, que no desentonaron en absoluto, entre himnos absolutos para algunos de nosotros como “The Fun Lovin’ Criminal” o el coreadísimo “Scooby snacks” final. Los reyes de NYC, man, los reyes de NYC.

Con Ryan Adams uno siempre juega a doble o nada, y parece ser que últimamente a todo el mundo le sale “nada”. El día de su retorno tras haberse roto la muñeca por caerse del escenario la cosa, cuanto menos, levantaba expectación. Comenzar con “To Be Young (Is To Be High, Is To Be Sad)”, uno de sus mejores temas, parecía un buen presagio. Pero poco a poco la sonrisa del público se fue congelando, a medida que las bromas entre canción y canción eran cada vez más largas y más estúpidas, el repertorio más intimista e introvertido, la actitud de Ryan más borde, a lo que hay que añadir que tampoco ayudaba demasiado una banda de principiantes que ni de lejos se puede comparar a otras formaciones que han respaldado al exWhiskeytown. Resultado final: apenas de la mitad del público que comenzó a presenciar el concierto se quedó hasta el final. Una falta de respeto de Ryan, no sólo hacia el público, sino lo que es peor, hacia sí mismo. ¿Aun teniendo en cuenta que es un tipo con un talento indudable, cuántas oportunidades más será capaz de desaprovechar hasta que aprenda? Conmigo que no cuente.

Como no podría ser de otra forma, este año también tocaba debate. ¿DKT/MC5 sí o no? Mal empezó la cosa con Wayne Kramer destrozando “Ramblin’ Rose”, mientras la banda sonaba como una versión sin alcohol y sin cafeína de lo que MC5 debieron ser en su día. En ningún momento se llegó a atisbar ni el más mínimo rastro del sonido que teóricamente hizo pasar a la historia a la banda de Rob Tyner y Fred Smith. Con su repertorio, obviamente, hubo buenos momentos (la inevitable “Kick Out The Jams”, “Over And Over”, “Sister Anne”) pero en general dejó un agrio sabor de boca, más cuando Lisa Kekaula no estuvo todo lo incendiaria que se podría esperar, al contrario que Mark Arm de Mudhoney, que cumplió con creces su papel. Johnnie Walker, de Soledad Brothers, pasaba por ahí. Verbenero, alimenticio y vacío retorno de un monstruo de cinco cabezas que realmente murió hace ya mucho, mucho tiempo. Todo por la pasta, todo por Levi’s: viva la revolución.


A horas intempestivas salieron unos Radio Birdman que dieron el concierto que deberían haber dado sus colegas de Detroit, a los que se comieron con patatas. Uno tras otro, como hachazos en la espina dorsal, cayeron los clásicos de la banda australiana, levantando la moral a más de uno tras las dos grandes decepciones consecutivas de Ryan Adams y MC5. Si bien no terminan de convencer a un amplio sector de rockeros, el culto a la banda australiana por excelencia se extiende cada vez más: fue todo un honor tener delante a un Rob Younger furioso abriendo una cerveza tras otra mientras a su lado el ídolo Denniz Tek esculpía los riffs que en su día conformaron la seña de identidad de la banda. En los bises, una inesperada “Street Fighting Man” y la fiesta final de “New Race”. Una lección acerca de cómo volver con dignidad.

(Héctor García, excepto las crónicas de Mark Lanegan -por M.A. Velaza- y Fun Lovin' Criminals -por Jonatan Martínez)

Fotografías: J.F. León

Autor: Sonic Wave Team

Bookmark and Share